Impecable Realidad

¡A que no saben de donde vengo! Suelo decir el nombre de mi tierra originaria y no me creen, se ríen o sienten curiosidad de averiguar si existe efectivamente en el mapa un lugar llamado así: Melón. Junto a mi familia, no somos los únicos habitantes, ni tampoco vivimos al lado de la zandía, que es lo que típicamente suelen decirnos a los meloninos. Pero, ahora deje (momentáneamente) mi lugar, buscando el sol, una vida costera y una eterna época de playa: Antofagasta.



















jueves, 21 de octubre de 2010

Recuerdos

Siento que somos dos. Estaba arrodillada junto a la ventana principal de mi casa. Mi altura de mira, literalmente era por debajo de la primera rendija. Sentí que reviví un momento cuando era chica, cuando andaba en una moto eléctrica en la cuadra, de principio a fin. No era un circuito extremo, ni tampoco tan largo, pero les aseguro que las veredas interrumpidas por las raíces de los grandes árboles de mis vecinos, eran el montículo que casi hacían imposible mi paso por allí.


Alguien muy especial, me veía. O mejor, me observaba, porque estaba sentado en la banca - que yo misma le ayudé a construir - para saber en que estaba yo, la regalona. Estaba ahí por si en un momento extremo me caía en la vereda, o si una piedra tropezaba en mi camino, o si un perro salía ladrandome por el sonido tan alardeante que emitía esa moto - que no era mía, era de mi vecino, ovbiamente yo tenía una bicicleta rosada pero tenía que pedalear, en cambio, con la moto sólo miraba el paisaje- .


Ese recuerdo, fue más rápido que el flash de una cámara. Pero regresé a mis veinte años actuales, donde las calles son las mismas, las raíces de los árboles son más grandes aún, las veredas parecen estar más dañadas, la banca de donde me vigilaban ya no está - hace mucho tiempo -, mi cuidador se fue hace muchos años, pero estoy segura que ahora es mi angel guardian.

Las cosas no cambian, nosotros lo hacemos. Lo demás, todo sigue igual. Lo demás, nos ha visto crecer, vivir, amar, llorar, reír, cambiar y lógicamente, morir. Por eso digo que somos dos, porque sé que tú piensas lo mismo. Sé que tú recuerdas el paradero, tu bicicleta verde, y a tu perro que una vez nos salvó del ataque casi fatal del perro de la esquina. Crecimos siendo complices de tantas cosas, pasandola tan bien jugando en ese pequeño metro cuadrado de al frente que yo veía como una cancha de fútbol de proporciones mundiales.


Esta tarde, mire el cielo y supe que no tardaría en ponerse rojo. Sabía que como un espejo se reflejaría en el cerro. Recordé las tardes de verano que pasabamos jugando todo el día, hasta que llegaba la hora de once y nos turnabamos las casas. Rememoré las palabras de mi papá cuando me decía "entrate que ta oscuro" - frase que alguna vez llegó a ser más que molesta cuando estaba de lo mejor transpirando en la calle - . Lo recordé a él también, que quizás ahora pasará a ser tu angel guardian. Me acordé de su chupalla, de sus botas y de su caballo.

Pase lo que pase, el paradero seguirá en su lugar, sus botas también. El palto donde pasabamos las calurosas tardes meloninas, se verá más viejo quizás, pero eso no le quitará lo robusto e imponente que es y siempre lo fue. Nosotros vamos pasando, y quiero terminar ese paseo - en mucho tiempo más - en el mismo lugar que me vio ser YO. Aquí.


Para ti, amiga.

1 comentario:

  1. Te quierooooo y las cosas no cambian pero tu si has cambiado y ha sido para mejor! te quiero love u por todas las cosas que hemos vivido y las que no y las que tienen que venir! te adoro con mi <3! liiinda!. atte Nathaliita Bonita :)

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